Juicios de Valor o cómo se valora un cómic
Estamos acostumbrados a opinar de todo sin ton ni son. Apenas tenemos información de una cosa cuando nos vemos con la potestad de opinar y sentar cátedra. ¡Qué malo es nuestro ego! Esto a fin de cuentas, es un defecto inherente de la especie humana y que no tiene visos de extinción. Pero lo que sí realmente son cosas muy molestas de ver y oír son los juicios de valor porque sí. Me explico…
Cuando se hace un artículo de opinión o reseña sobre un determinado cómic, por lo general, se dice que gusta o no gusta un cómic porque sí, que es muy bueno, sin aclararnos por qué, no se argumenta en absoluto, simplemente el rapsoda de turno dice que es muy bueno o fantástico y a santas pascuas. ¡No nos damos cuenta, señores, que estamos infravalorando nuestra verdadera opinión! ¡Que con esta forma de actuar damos pábulo a las otras artes para que nos juzguen como unos piltrafillas! Después queremos que nos tomen en serio, ¡ay!
Cuando uno argumenta, se puede equivocar o no, incluso puede dar pie a discusión o incluso cambiar la opinión del que lo escucha o lee. Sin embargo, cuando decimos que esto es bueno, nos referimos a un juicio de valor absoluto, en donde no hay cabida a la discusión. Pero el desaguisado absoluto es cuando responden al juicio de valor de bueno, con el otro juicio de valor antinómico: que es malo. ¡Madre del amor hermoso! Se juntan el hambre con las ganas de comer. Bueno, malo, bueno, malo. Una situación realmente divertida.
Otro tema son las puntuaciones. ¿Hasta qué punto es coherente darle una puntuación a una obra? Hasta cierto punto puede ser comprensible, ya que nos gusta a todos siempre dar calificaciones a las cosas: nos encanta. También las puntuaciones nos pueden servir de referencia rápida a la hora de elegir qué leemos o compramos, pero ¿es justo puntuar una obra artística como si fuera una competición? Señores, estamos hablando de obras artísticas, ¿quién se atreve a puntuar un soneto de Quevedo o un cuadro de Velázquez? Es absurdo. Pues nada, en el cómic, calificación, como si fuera un campeonato de gimnasia.
Señores, seamos consecuentes con nuestros actos y pensemos realmente lo que estamos haciendo.
Cuando se hace un artículo de opinión o reseña sobre un determinado cómic, por lo general, se dice que gusta o no gusta un cómic porque sí, que es muy bueno, sin aclararnos por qué, no se argumenta en absoluto, simplemente el rapsoda de turno dice que es muy bueno o fantástico y a santas pascuas. ¡No nos damos cuenta, señores, que estamos infravalorando nuestra verdadera opinión! ¡Que con esta forma de actuar damos pábulo a las otras artes para que nos juzguen como unos piltrafillas! Después queremos que nos tomen en serio, ¡ay!
Cuando uno argumenta, se puede equivocar o no, incluso puede dar pie a discusión o incluso cambiar la opinión del que lo escucha o lee. Sin embargo, cuando decimos que esto es bueno, nos referimos a un juicio de valor absoluto, en donde no hay cabida a la discusión. Pero el desaguisado absoluto es cuando responden al juicio de valor de bueno, con el otro juicio de valor antinómico: que es malo. ¡Madre del amor hermoso! Se juntan el hambre con las ganas de comer. Bueno, malo, bueno, malo. Una situación realmente divertida.
Otro tema son las puntuaciones. ¿Hasta qué punto es coherente darle una puntuación a una obra? Hasta cierto punto puede ser comprensible, ya que nos gusta a todos siempre dar calificaciones a las cosas: nos encanta. También las puntuaciones nos pueden servir de referencia rápida a la hora de elegir qué leemos o compramos, pero ¿es justo puntuar una obra artística como si fuera una competición? Señores, estamos hablando de obras artísticas, ¿quién se atreve a puntuar un soneto de Quevedo o un cuadro de Velázquez? Es absurdo. Pues nada, en el cómic, calificación, como si fuera un campeonato de gimnasia.
Señores, seamos consecuentes con nuestros actos y pensemos realmente lo que estamos haciendo.